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20101209

La Familia. Un todo orgánico… sometido a fuerzas disgregadoras



La Revista The Ecologist para España y Latinoamérica ha dedicado su número 43, correspondiente a Oct-Dic 2010 a La Familia. Firma el siguiente Editorial los «EcoActivistas».
Una concepción ecológica de la familia nos llevaría a verla como un todo orgánico. Un todo que une lo biológico con lo emocional y lo espiritual. Además de lo genético, claro. La familia escapa a todas las clasificaciones que desde todos los diferentes grupos de poder, sean de izquierdas o de derechas, quieren adscribirle. Porque en esos grupos todavía no han entendido nada.
Algunos nos quieren convencer de que dos hombres que adoptan a un niño (y que luego se divorcian y se vuelven a casar, con un resultado de un niño con cuatro padres varones y ninguna madre) es una familia. Para otros, para los herederos de nacionalcatolicismo, la familia es sólo una y con unas determinadas características ramplonas y cutres, basadas en la autoridad y el “A Dios rogando y con el mazo dando”. Ni una cosa ni la otra.
Para que podamos hablar de familia, en España o en Haití, en Tíbet o en Alaska, en Gambia o en Indonesia, en la Amazonía o entre los aborígenes australianos, se deben dar una serie de características que no vamos a describir ni a analizar ahora, porque son más que evidentes. Lo que sí es importante es analizar de qué manera, en la medida en que una sociedad pierde sus estructuras tradicionales, sea la sociedad que sea, tenga el origen que tenga, las consecuencias son nefastas y afectan a muchos ámbitos diferentes
¿Qué tienen que ver las altas tasas de agresiones a docentes con el despilfarrador gasto energético de las sociedades modernas? ¿Qué tienen que ver las brutales estadísticas de enfermedades mentales con el aumento de la violencia doméstica? ¿Qué tienen que ver las sectas, los principales dogmas comunistas, los paradigmas de la sociedad moderna y las principales teorías de la Next Age? ¿Y qué une a la falta de cohesión social con una economía globalizada que sacrifica los recursos y a las poblaciones autóctonas? Uno de los factores que están presentes en todos estos asuntos es la desestructuración familiar o, dicho de otra manera, el actuar contra la institución familiar y las consecuencias de ese proceso.
Dedicamos un monográfico a la familia a pesar de que les pueda extrañar a los ecologistas clásicos. No nos importa. Para nosotros, como para la mayoría de los ecólogos que han profundizado en un concepto esencial de la ecología, el respeto por el mundo natural va mucho más allá de proteger los bosques primarios, las ballenas del Ártico y/o el lince ibérico. ¿Cómo reintegrarnos a ese mundo natural si seguimos destruyendo la familia, que es el núcleo ecológico por excelencia de la especie humana? Ya sólo nos quedan, al menos en Occidente, familias cada vez más atomizadas y desestructuradas… La familia nos conecta con el pasado y nos recuerda que, sin presente, no hay futuro. Sin familias, sólo queda soledad, negocios y tristeza.

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